Por: Ariel Ruiz

El mito, la leyenda y el misterio han vuelto muy atractivas a sociedades secretas tales como los illuminati, rosacruces, masones, francmasones, sabios de Sion, caballeros templarios y varias más.  Resulta tan interesante leer o escuchar las leyendas que relacionan su dominio con el ejercicio de poderes ocultos, con la guía de libros recónditos y con ritos y ceremonias transmitidas por seres sobrehumanos.

Por un momento imaginemos que ya en nuestra época o casi, en el año 1968, se decide crear una nueva sociedad de este tipo, con fines profundos y perturbadores.  (Mejor… para continuar pongamos en una nueva pestaña como fondo la música de O Fortuna de Carmina Burana [Carl Orff]: https://www.youtube.com/watch?v=GXFSK0ogeg4).

Como les decía, corre el año 1968. Un grupo de personas, escogidas por un grupo más pequeño y selecto de ellas mismas, se reúne para formar una sociedad con el fin de ejercer influencias de poder y de razón sobre el mundo.  Estos conspiradores se cuestionan ¿qué hacer primero, elegir su nombre o determinar su principio guía?  Son tan vigorosos que hacen las dos cosas al mismo tiempo.

Se nombran Club de Roma y eligen como su guía: Compartir un interés común por el futuro de la humanidad y tratar de lograr una diferencia.

Son miembros fundadores de este club 35 personalidades. Algunos son académicos, otros son científicos, investigadores y hasta hay unos pocos políticos. Comparten su preocupación creciente por los cambios en el entorno ambiental del mundo.

Se proponen como misión promover la comprensión de los desafíos globales que enfrenta la humanidad y proponer soluciones a través del análisis científico, la comunicación y la promoción.

Se reúnen y trabajan casi en secreto por cuatro años, al cabo de los cuales emiten su primer informe en el año 1972, que logra una difusión amplia y los expone por algún tiempo al escrutinio del público mundial.  Ese informe se llama “Los límites del crecimiento”. Su contenido despierta preocupación y promueve la polémica. Varios críticos afirman de manera ligera que el Club de Roma tiene una visión alarmista y determinista del futuro.

Durante las siguientes décadas vuelven a estar en la penumbra, casi en la oscuridad ante el mundo. Pero continúan en su trabajo. Insisten en el estudio y previsión de los cambios complejos y acelerados en el medio ambiente global.

Como una muestra de los problemas señalados y predichos por el Club de Roma, que han resultado ser ciertos con el tiempo se tiene:

  • Deterioro del medioambiente físico,
  • Crisis de las instituciones,
  • Burocratización,
  • Enajenación de la juventud,
  • Violencia,
  • Educación inadecuada,
  • Brecha creciente entre países pobres e industrializados,
  • Crecimiento urbano incontrolado,
  • Inseguridad en el empleo,
  • Satisfacción decreciente obtenida en el trabajo,
  • Impugnación de los valores de la sociedad,
  • Indiferencia ante la ley y el orden, 
  • Inflación y disrupción monetaria, y
  • Crecimiento de la brecha entre países ricos y pobres

Hasta el día de hoy han publicado más de dos decenas de informes sobre temas de la problemática de la crisis actual.  En el tiempo transcurrido desde su creación, la conciencia social ha despertado. Así, se ha desarrollado un paulatinamente mayor movimiento ambientalista. Y en muchas partes del mundo se ha promovido una conciencia creciente en pro de la equidad y la apertura al estudio y comprensión de otras concepciones culturales y de otras necesidades sociales, económicas, alimenticias y espirituales, entre ellas las de varias minorías.

El poder oculto y la influencia del Club de Roma hoy abarcan a casi todo el mundo.  Incluso parecen ser subliminales: el actual presidente del Ecuador en el año 2017 está consultando a su pueblo si se debería reducir un área de explotación petrolera definida y establecida a rajatabla por sus coidearios que le antecedieron en el poder.  Me refiero a una porción del parque Yasuní, refugio y santuario de los únicos dos pueblos no contactados del país, Tagaeris y Taromenanes, último remanente de humanidad prístina en nuestro territorio.

Nadie puede predecir el futuro con precisión. Pero sí hay diferencias claras entre quienes advierten de los posibles futuros y dan recetas con base en diagnósticos bien realizados y basados en datos científicos, técnicos y sociales, de quienes son adivinos de feria.  Esta es la diferencia que hay entre el Club de Roma y los agoreros vendidos al mejor postor, que promueven políticas con base en intereses monetarios y de dominio de determinados grupos humanos.

Que la conspiración del Club de Roma persista en su influencia por la sostenibilidad de nuestro hogar, la Tierra.

Referencias

Basado en parte en:

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